domingo, 8 de abril de 2012

Un gran recurso


A día de hoy, la inmensa mayoría de la sociedad es consciente del peso de los recursos naturales en las decisiones políticas y en la evolución de la economía en su conjunto. El control sobre las reservas de petróleo se erige como detonante de guerras y conflictos, mientras que los precios del oro y la plata se disparan a medida que el crecimiento económico se contrae, la confianza disminuye y los inversores se decantan por valores refugio. Hasta el cobre se ha convertido en objetivo tanto de ladrones de guante blanco como de organizaciones criminales de gran envergadura. A simple vista, puede parecer que los recursos naturales mueven el mundo. No obstante, ¿a nadie se le ocurre que quizá otro tipo de recursos ostenten aún un mayor poder? Por supuesto que sí, cualquiera que haya buscado empleo en los últimos años sabe de qué hablo; los Recursos Humanos, los dueños de nuestro futuro.

Apuesto a que ustedes también han sido testigos de la enorme proliferación de las denominadas “agencias de reclutamiento”, las cuales asumen, unas veces como intermediarios, y otras como responsables directos, la labor que tradicionalmente venían realizando los departamentos de recursos humanos presentes en cada compañía. Dichas agencias, revestidas de elegancia y modernidad, y con nombres que parecen sacados de novelas de John Grisham, utilizan criterios más absurdos que nunca, para la consecución del objetivo de siempre, esto es, seleccionar, no al mejor candidato, sino al menos malo. Nadie tendrá la más remota idea de cómo desempeñará el elegido las funciones que se le encomienden, pero al menos no será un psicópata asesino. Asunto resuelto. Que pase el siguiente.

Se preguntarán de dónde procede mi animadversión hacia los métodos utilizados en los procesos de selección. Muy fácil, los he sufrido en mis propias carnes demasiadas veces. Pero no hay resentimiento en mis palabras. De hecho, me considero un pequeño experto en estas “pruebas de personalidad”, a pesar de que he pagado un alto precio por serlo. Incluso ha llegado a afectar a mis relaciones sociales. Ríanse si quieren, pero en numerosas ocasiones me he despertado en medio de la noche tratando de explicar correctamente, y sin que parezca pretencioso, cómo me veo a mi mismo dentro de 3 ó 5 años. Además, hace tiempo que dejé de esforzarme en conocer a la gente o intentar saber si son “majos” o no. Ahora les propongo que, de forma excluyente, valoren de 1 a 3 los adjetivos sociable, líder y responsable. Y les contaré un secreto, mientras contestan, observo detenidamente el movimiento de sus manos. Me dirá todo lo que necesito saber.

Les aseguro que no es mi intención faltar al respeto a las personas que se ganan la vida dentro del sector. Ellos hacen su trabajo lo mejor posible, del mismo modo que lo haría yo en su lugar. Es el método lo que pretendo poner en duda. Método que habrá sido desarrollado, casi con toda seguridad, por algún psicólogo con infancia traumática, vida miserable y muerte prematura. ¿Alguien se ha preguntado alguna vez que quizás ese método no sea aplicable a la gente común? ¡Señores, que yo sólo quiero trabajar para poder pagar la maldita tarifa plana del iPhone! Fíjense hasta dónde puede complicarse el asunto que, mientras navegaba por las redes sociales de “profesionales” encontré un artículo en el cual se sugerían respuestas, todas ellas válidas, a la pregunta de qué animal seríamos, la cual parece estar de muy moda entre los recruiters. Pero ahí no acaba la cosa, ¡El artículo incluía una explicación de por qué no debemos elegir nunca el Koala! ¡Por el Amor de dios! ¿Soy el único que cree que tener a Mofli de compañero de oficina sería de lo más cool?

Hagamos un trato. Yo les doy la razón y comprendo el porqué del uso de estos métodos. En definitiva, los filtros, buenos o malos, son imprescindibles. Pero esfuércense ustedes también y no insulten su propia inteligencia al creer el significado que con tanto ahínco pretenden otorgar a estas herramientas. Seamos francos, la búsqueda de empleo es ya una tarea suficientemente difícil como para que aquellos privilegiados que tienen la oportunidad de realizar una entrevista, sientan que, en vez de eso, se encuentran en un concurso de actores o en una mera lotería, dudando entre ser un mismo o decir tan solo lo políticamente correcto, aún a costa de parecer diez veces más tonto. Por tanto, mientras no reconozcamos que es imposible prever el desempeño futuro de un candidato y que inevitablemente  es necesario asumir ciertos riesgos, la psicología barata continuará cerrando indiscriminadamente las puertas del mercado laboral a malos, buenos y mejores aspirantes.

Desgraciadamente y por el momento, no hay más remedio que adaptarse. Así que más vale que recuerden mis palabras y no le den tanta importancia a la OTAN, el FMI o la OCDE. RRHH: los amos del mundo. Luego no digan que no les avisé.

jueves, 1 de marzo de 2012

Elige tu propia aventura


Corren tiempos difíciles. De eso no hay duda. Tanto es así, que a día de hoy, la amplia aceptación de este hecho es lo único que todavía nos mantiene unidos, con permiso, claro está, de los triunfos futbolísticos nacionales. Por si fuera poco, para muchos, también es momento de decidir. Llegó la hora de dar un paso al frente, de posicionarse. Las redes sociales lo exigen. Uno no puede pasarse la vida obviando la ingente cantidad de comentarios que día tras día llenan nuestros espacios virtuales, sin tan siquiera ofrecer una humilde opinión o aportar algo propio. Pero cuidado con esta decisión señores, no debe tomarse a la ligera. Dicen que en España es como el matrimonio; para toda la vida.

Así que decídanse. Ya es hora. ¿Qué es usted? ¿Rojo o azul? ¿Mourinho o Guardiola? ¿Policía violento o perroflauta indignado? ¿Político corrupto o juez prevaricador? O mejor aún, no se decante, simplemente destruya. Así nunca nadie se atreverá a tacharle de esto o lo otro, a la vez que disfrutará de la satisfacción que produce criticar absolutamente todo. Y no debe quitarle el sueño descuidar la otra mitad del asunto, dícese, construir. Eso es un mal menor. Lo verdaderamente importante es que usted se pronuncie y no dé pie a que la gente piense que no tiene ideologías, cosa que, según los entendidos en la materia, es el sumun de la ignorancia y del anti progreso. Además de estar muy mal visto en Facebook.

Llegados a este punto, cabe preguntarse si no existen más alternativas. Es decir, cierto es que nuestra clase política es terriblemente desalentadora. Pero más cierto aún es que los políticos no son sino el reflejo de lo que somos usted y yo, mientras que sus lamentables actos, por otra parte, constituyen la mera extrapolación de aquellos que diariamente llevamos a cabo en nuestra propia vida, y que oportunamente aprovechan las deficiencias del mismo sistema que criticamos. 

Podría ser, por tanto, que ninguna decisión fuese la correcta y que precisamente la impepinable necesidad de tomar partido fuese la raíz del problema. Podría ser que, aquellos que se dedican a la crítica destructiva lo hagan para tapar su frustración, su propia incompetencia y el pavor que les genera verse incapaces de cambiar su mundo más cercano. Podría ser, quizás, que si usted y yo nos esforzáramos en dar ejemplo, en aportar soluciones en lugar de permanecer como una parte más del problema, el futuro que se nos presenta sería algo menos incierto. En resumen, dotar de sentido real y práctico a ideas tan magníficas como: “Be the change you want to see in the world”, ideas diaria y vanamente utilizadas por todos aquellos que creen estar cambiando algo.

Definitivamente, no somos alemanes, ni holandeses, ni suecos. ¿Pero quién dice que queramos serlo? Si de algo sirve vivir en el extranjero, además de para exportar ciertos estereotipos, es para darse cuenta de la enorme capacidad de adaptación que los españoles tenemos ante cualquier situación. Capacidad sin precedentes en otros países, ya sea debido al peso de las normas y tradiciones en algunos casos, como a la total ausencia de las mismas en otros. Honestamente, creo que poseemos un enorme potencial para alcanzar el éxito siempre que el propósito esté bien definido y el esfuerzo justificado. Y no hablo solo de deporte.

Pero discúlpenme, no es mi intención desviar su atención ni retrasar la elección que nos atañe. De hecho, yo también he de decidir, aunque estoy considerando dejar que el azar guíe mi destino.  Mientras mis dedos juguetean con una moneda de 1 euro, una inquietante pregunta cruza mi mente. Si elijo cara, ¿la representación gráfica de esta elección podría significar que, inconscientemente, y a ojos de los grandes ideólogos de este país, ya he elegido bando? Vaya por Dios, otro dilema. Corren tiempos difíciles, indudablemente.